lunes, 20 de diciembre de 2010

 
Mangoré en 1944
Es 20 de diciembre del año 2010, el espíritu navideño inunda los corazones de miles de seres humanos en medio de la vorágine propia de estos días. Es tiempo de sembrar, sembrar amor, con cada gesto, con cada mirada, con cada sonrisa, sembrar como un GRACIAS al Divino Niño que naciera en Belén dándonos el testimonio de amor más grande conocida en la historia de la humanidad. A este tiempo de fe, esperanzas, nostalgias y profundas reflexiones se suma la música, una música celestial para acompañar nuestras plegarias al Niño Dios.


Y qué mejor que esta melodia!!! una  melodía al que el mismo autor no puso nombre, pero que tiene una historia, una historia llena de bondad, de amor, de solidaridad, de desprendiemiento; una historia que recogida ha hecho que los que supieron interpretarla le dieran estos títulos “Una limosnita por amor de Dios” y “El último canto”

Sí, no podría ser otro, es Agustín Barrios Mangoré, 1944, en un país que lo amó y que lo ama El Salvador; en este maravilloso y sentido trémolo, en esta oración sublime que desprende un cúmulo de las más bellas chispas del alma. “Una Limosnita por amor de Dios – El último canto” su última obra, expresando a través de ella todo su talento, su maestría, todo su sentir, su infinita pasión por la música. Simplemente las palabras quedan cortas ante tanta expresividad, pareciera que la guitarra de verdad sollozara en una súplica, un ruego y una respuesta de amor y nobleza ante esta realidad.

Cándido Morales, quien fuera amigo de Barrios, cuenta que su inspiración para componer esta pieza casi mágica resultó ser una anciana que periódicamente pasaba por la casa de Barrios, golpeaba la puerta y pedía “una limosnita por amor de Dios”, los primeros acordes simulan los golpes  a la puerta  para luego dar paso a los  ruegos de la anciana pidiendo una limosnita. Es increíble la capacidad artística de Agustín para transportar en las notas esta historia y hacerlas sonidos como si el alma hablara.




Estas copias de los originales fueron entregadas gentilmente al Maestro César Amaro por el Doctor Carlos Payes, Presidente de la Asociación Mangoré de San Salvador




Lastimosamente esta obra no fue grabada por Mangoré, considerando que la escribió en las postrimerías de su vida, pero para este efecto he elegido la versión del que, para mi gusto, mejor interpreta a Barrios, no solo por su talento artístico, sino porque en cada  interpretación  suya el alma de Mangoré cobra vida; en las manos de César Amaro, la guitarra no solo suena con los dedos sino con el corazón y es así como a Barrios se interpreta.



Escuchen y siéntanla!!! Mi corazón se estremece, mis ojos se elevan al cielo sumándome a este ruego  y unas  lágrimas caen sobre el teclado como una demostración latente de lo que la música de Barrios puede generar en mí y, no creo equivocarme al decir, en muchos otros que tienen el privilegio de escucharlo; unas lagrimas que expresan mi admiración más absoluta por tan sensible artista.


 Cierro los ojos dejándome trasportar por el embrujo de esta melodía y aquella frase del poema A mi Guitarra hace eco en mi mente “por eso en tu cordaje soberano, que vibra con acento casi humano, es a veces tu voz como un lamento” y teniendo como fondo esta melodía, elevo un ruego a Dios por todos, en esta Navidad, deseando que el niño Dios vuelva a nacer en cada uno de los corazones.
                                                     María Bernarda Cuellar Garay